Estar en Atapuerca cambia tu percepción del tiempo… y de tu contribución al colectivo.
Aprender de arqueólogos, antropólogos, sociólogos o historiadores es mucho más que observar el pasado. Estas disciplinas lo reconstruyen para vislumbrar futuros posibles. No se limitan a estudiar herramientas, sino que se interesan profundamente en cómo estas se integraron en la vida colectiva y en qué momento fueron realmente socializadas.
Me impactó enormemente tomar conciencia del tiempo que cada revolución tecnológica ha necesitado para ser asimilada socialmente. ¿Sabes cuánto tardamos en girar la muñeca para tallar una piedra por ambos lados y obtener así un doble filo? ¡Un millón de años!
Desde esta perspectiva, nuestra ventana de influencia como especie —y como individuos con una expectativa de vida de unos 80 años— es diminuta, pero no por ello menos determinante. Cada decisión importa. Cada gesto puede inclinar la balanza del futuro.
Cinco posibles futuros para la humanidad
Durante mi visita, no pude evitar llevarme el cuaderno Homo ex novo de Eudald Carbonell, donde plantea cinco posibles escenarios evolutivos para nuestra especie, el Homo sapiens sapiens. Lejos de la ciencia ficción, estos futuros ya se están gestando en nuestro presente:
1. Colapso: un deterioro sistémico provocado por la sobreexplotación de recursos, la desconexión con el planeta, el consumo desmedido y la incapacidad de adaptar nuestras estructuras sociales.
Ejemplo histórico: la civilización de la Isla de Pascua.
Una especie que no metaboliza sus propios inventos, acaba atrapada en ellos.
2. Extinción: la desaparición de nuestra especie, como ha ocurrido con muchas otras. Factores como la degradación ambiental, pandemias, superpoblación o una IA mal gestionada podrían desencadenarla.
No es una profecía, sino una posibilidad si seguimos ignorando las señales.
3. Continuidad: seguir como hasta ahora, sin grandes transformaciones, a merced de la evolución por selección natural. Es el escenario más conservador, pero también el menos viable frente al ritmo acelerado del cambio tecnológico, ecológico y social.
4. Homo ex novo: una nueva humanidad: más consciente, ética, racional y colaborativa. Capaz de integrar tecnología, diversidad y conciencia ecológica para superar nuestras limitaciones actuales.
Inspirado en Nietzsche, pero sin mesianismos:
Un ser sin dioses, pero con plena responsabilidad sobre su evolución.
5. Diversidad específica: un escenario de ramificación evolutiva donde no existe una sola humanidad, sino varias versiones del ser humano conviviendo, cooperando… o compitiendo entre ellas:
- Homo sapiens restrictus, la versión 100% natural (que habrá que definir qué es eso también, que quizás una lente intraocular o un implante coclear ya nos haga una especie diferente…).
- Homo sapiens prothesis, con mejoras pero no estructurales. La serie de los 70 “La Mujer Biónica” puede ser un buen ejemplo pues conservaba su identidad, conciencia, emociones y apariencia humana, pero tenía capacidades físicas sobrehumanas gracias al brazo, piernas y oído biónicos que le pusieron tras un accidente.
- Homo sapiens edit, construidos en laboratorio por edición genética. ¿Alguno recuerda los avatares híbridos humano-Na’vi de la película Avatar? Me imagino que por ahí van los tiros en este caso.
- Humanoides, que vendrían a ser híbridos orgánico-mecánicos con capacidades funcionales extraordinarias
¿Y si las empresas fueran agentes evolutivos?
Estos escenarios no son distopías lejanas: se están incubando hoy, a partir de nuestras decisiones como individuos, como sociedades… y también como organizaciones. Carbonell insiste en “explorar el futuro para ayudar a construirlo”, promoviendo un «progreso consciente y una evolución responsable». Y al conectar esta reflexión con el mundo empresarial, surge una pregunta reveladora:
¿Qué tipo de humanidad estamos ayudando a construir desde nuestras empresas?
Hoy, las organizaciones no solo diseñan productos, procesos o servicios. Diseñan formas de vivir, liderar, convivir y evolucionar.
En este contexto:
- La función de RRHH ya no solo gestiona talento, cultiva humanidad.
- La gobernanza responsable se convierte en un activador de conciencia y dirección compartida.
- Las empresas con propósito no solo buscan rentabilidad: contribuyen a la evolución de nuestra especie.
Una nueva responsabilidad colectiva
Si realmente aspiramos a un futuro más consciente, justo y regenerativo…
…¿basta con adaptarnos al cambio —promovido por qué o por quién—?
¿O tenemos la responsabilidad de participar activamente en el tipo de humanidad que queremos ser?
¿Demasiado grande el reto?
¿O demasiado importante como para no implicarse?